“Ninguna Industria depende más de la mano de obra que la moda. Uno de cada seis trabajadores está relacionado de alguna manera con este sector, y se calcula que en el mundo hay unos 40 millones de obreros del textil, de los cuales el 85% son mujeres” (Documental The True Cost. Director: Andrew Morgan. Año: 2015)
El sector textil se ha encaminado en las últimas décadas a una clara deslocalización, buscando países donde la mano de obra, las infraestructuras y los costes de producción son más asequibles, como China, Tailandia, Bangladesh, Marruecos, Guatemala, entre otros. Muchas empresas aprovechan las condiciones que existen en estos países en materia de legislación ambiental, laboral y fiscal, así como la falta de control sobre las condiciones de producción, para abaratar sus costes y obtener mayores beneficios
La presión de las grandes marcas por conseguir unos precios competitivos en el mercado y unas entregas cada vez más rápidas, provocan que los propietarios de las fábricas trasladen la inestabilidad, la inseguridad y la explotación al eslabón más débil de la cadena: los trabajadores. Como resultado se producen violaciones de los derechos de las personas mediante la imposición de largas jornadas laborales, sueldos bajos y retrasos en los pagos, horas extra sin remunerar, ausencia del derecho de asociación y sindicación, trabajo infantil, ausencia de derechos sanitarios, etc. Se estima que la situación de precariedad laboral o de ausencia de derechos humanos en esta parte de la cadena afecta a un impresionante número de trabajadores.
“tres de cada cinco trabajadores del textil no tienen contrato ni ningún tipo de prestación social. Sus salarios constituyen, a lo sumo, el 5% del precio final del producto.” (Somos lo que vestimos. Manual para el consumo responsable de ropa y complementos. Gobierno de Aragón. Ecología y Desarrollo.)
El trabajo en casa es también un sistema muy habitual en el sector de la confección. Éste sistema suele ser sinónimo de explotación ya que, no es fácil que los organismos que regulan las condiciones laborales puedan controlarlo. En muchos casos se cobran salarios inferiores a los normales y el trabajador debe hacerse cargo del coste del material, del equipo y de las herramientas necesarias para la producción.
Es posible también que los niños deban realizar tareas, independientemente de su edad o de su capacidad para poder trabajar con seguridad, influyendo negativamente en su escolarización o tiempo de ocio. La edad en la que se comienza a trabajar es temprana y es habitual encontrar niños en las fábricas y talleres de América Central, el norte de África o el Sudeste Asiático.
En materia de salud y seguridad la principal preocupación está relacionada con las condiciones generales del entorno de trabajo: puestos, herramientas y equipos mal diseñados, junto con un sistema de producción en cadena que gratifica la velocidad, imponen riesgos ergonómicos, de lesiones y estados de estrés que crean un entorno de trabajo agotador.
Los talleres de confección de los países subdesarrollados suelen estar situados en edificios mal conservados y poco ventilados, con malas condiciones de refrigeración, calefacción y alumbrado. La masificación junto con el almacenamiento de materiales inflamables suelen crear graves riesgos de incendio, algo que se agrava por la falta de higiene y limpieza.
Los trabajadores están expuestos a los productos químicos utilizados en los anteriores eslabones de la cadena productiva. El planchado encierra un riesgo aún mayor ya que, las condiciones de temperatura y humedad elevadas pueden ocasionar la liberación de sustancias químicas. Éstos trabajadores se encuentran en situación de riesgo respecto al asma, dermatitis, síntomas de irritación y cáncer.
“Por cada kilogramo de tejido textil producido se consume 0.6kg de petróleo y se emiten 2kg de Co2 a la atmósfera.” (Well Dressed? – Universidad de Cambridge.)
En esta parte de la cadena se utiliza gran cantidad de energía para activar la maquinaria que hace posible la fabricación de los artículos textiles, además de emitir a la atmósfera Co2. Los residuos producidos son restos de hilos, tejidos recortados por las máquinas y prendas que no superan los controles de calidad por defectos durante la confección. Otros residuos generados son bobinas, conos, carretes de plástico y cartón, etc. Todos ellos van a parar a los vertederos donde terminan desprendiendo sustancias tóxicas que contaminan la tierra y el agua, y conllevan un riesgo para los seres vivos.
Así que antes de comprar una prenda pregúntate: ¿Quién hizo mi ropa? ¿Dónde? ¿En qué condiciones? ¿Qué impactos tiene esa prenda en el medio ambiente? ¿Y en las personas? Ante todo consumo consciente…